La hija del Kremlin | G.H. Guarch

Título: La hija del Kremlin
Subtítulo: La otra vida de Svetlana Stalin
Autor: G.H. Guarch
Género: Novela histórica
Editorial: Almuzara
ISBN: 978-84-16776-26-9
Nº de páginas: 288
Precio: 19.95 €

¿Puede alguien vivir una vida normal después de haber vivido en el mismísmo infierno en la tierra? ¿Puede una persona olvidar su pasado cuando por sus venas corre la sangre de uno de los genocidas más terribles de la historia? Svetlana Stalin es una anciana que vive en Estados Unidos. Bajo su nueva identidad como Lana Peters intenta acabar sus días en paz. Cuando conoce a Paul Parker, un abogado que entra en su vida por casualidad, decide revelarle algunos de los secretos que durante años le han estado quemando en el alma. 

La hija del Kremlin es una conmovedora novela histórica que nos adentra en una de las épocas más dramáticas de la historia reciente de la ya desaparecida Unión Soviética. Y lo hace con los recuerdos de varios personajes que vivieron en primera persona algunos de los episodios más terribles de los años del estalinismo. 

El relato se estructura a partir de un personaje actual, el abogado Paul Parker. Parker está casado con Irina, una mujer de origen ruso, y desde siempre ha sentido una atracción especial por todo lo relacionado con la historia de la URSS. A pesar de que se gana la vida en un bufete de abogados, su verdadera pasión es la escritura. Un día, recibe una nota en la que se le pide colaborar en el caso de los derechos de autor de Serguéi Mijáilovich Eisenstein, cineasta soviético que pasaría a la historia por cintas como El acorazado Potemkin. El caso le lleva a viajar desde Los Ángeles hasta Milwaukee donde una anciana Svetlana Allilúyeva acepta entrevistarse con Parker y Kevin Altman, el hombre que le ha mentido en el caso, porque al parecer, la hija de Stalin tiene vinculación con los derechos de Eisenstein. Pero la cuestión del cineasta es sólo la llave para entrar en el verdadero meollo de la novela. Porque cuando Svetlana conoce a Paul, se crea entre ellos una vinculación especial que despierta en la hija de Stalin la necesidad de relatarle la historia de su vida. Y pedirle un importante favor, que se convertirá en algo así como su última voluntad. 


Svetlana junto a su padre y su hermano

A partir de aquí, es la propia Svetlana la que toma las riendas de la narración no sin hacer un gran esfuerzo, no sólo por la edad que tiene, entrando en los ochenta, sino por la dureza de sus recuerdos: 

Aunque ya no puedo caminar más que unos pasos sin agotarme, sin embargo rememoro con todo detalle algunos momentos de hace cincuenta o sesenta años, con la sensación de seguir allí [...]. Y por alguna razón quiero hacerle partícipe de todo aquello antes de marcharme al paraíso, porque como usted comprenderá, tras haber vivido en el infierno ya nada logrará sorprenderme. 

Las palabras de la que fuera hija de uno de los dictadores más crueles y sanguinarios de la historia, nos adentran en la Unión Soviética de las purgas de Stalin, del miedo impregnado en todos los poros del cuerpo, en una Rusia empobrecida y silenciada por terror a acabar en la temida Lubyanka. Y en aquel mundo dramáticamente violento y cruel escondido tras el telón de acero, una niña que sobrevivió a la misteriosa muerte de su madre y a una infancia en el Kremlin, una fortaleza convertida en el centro de un universo que parecía irreal pero que Svetlana vivió y sufrió en sus propias carnes. Ser la hija de Stalin fue una dura herencia para ella, quien no se libraría de la sombra de su padre ni tan siquiera cuando el monstruo falleció. Para ello decidió marchar de Moscú e iniciar una nueva vida. 

Era consciente de que mi época como princesa del Kremlin había acabado. Sentía una profunda vergüenza de haberlo sido y de apellidarme Stalin, heredera y sin quererlo cómplice de todo lo que aquel hombre había hecho y deshecho, transformando a Rusia, Georgia, Bielorussia, Ucrania, Armenia, a todas las repúblicas de la URSS, en lugares sin libertad y sin esperanza. 


Svetlana a su llegada a Nueva York


La búsqueda del amor, su lucha por iniciar una nueva vida en los Estados Unidos primero, en Inglaterra después y su retorno a aquella Rusia de la que había huido para arrancarse de su alma todo el dolor que había vivido, completan la biografía de una mujer atrapada en su propio destino.

Cuando Svetlana concluye su relato, le pide a Paul Parker que viaje a Moscú en busca de unos documentos que escondió horas antes de la muerte de su padre. Empieza entonces el periplo del abogado que sueña con ser escritor por una Rusia que aún tiene muy presente los tiempos del estalinismo. En Moscú hablará con otros protagonistas de aquellos años duros, unos testimonios que terminarán de completar la narración de Svetlana. 

La hija del Kremlin es una novela conmovedora, emocionante, porque nos habla de un tiempo dramático y difícil de olvidar. Un relato que nos recuerda todo lo que el ser humano puede llegar a hacer cuando su mente enloquece en pos de un poder que, como el de Stalin, llegó a ser abrumador. 

Una novela muy recomendable. 

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