Diarios 1908-1943 | Käthe Kollwitz
Título: Diarios 1908-1943
Autora: Käthe Kollwitz
Género: Diarios
Editorial: Hermida Editores
ISBN: 9788494836596
Páginas: 173
En 1908, cuando la pintora y escultora alemana Käthe Kollwitz había superado los cuarenta y era una artista consolidada, empezó a escribir un diario en el que plasmó sus pensamientos, sus procesos creativos y los duros acontecimientos a los que estaba a punto de enfrentarse.
Por primera vez en España, Hermida Editores ha rescatado parte de los Diarios que Käthe Kollwitz escribió entre 1908 y 1943, dos años antes de su muerte. Coincido plenamente con las palabras de J. Rafael Hernández que prologa esta preciosa edición:
No dudamos en calificar como testimonio valiosísimo, tanto de su vida interior como del ambiente artístico de su época, sin obviar tampoco las impresiones que nos transmiten de los acontecimientos políticos y sociales que le tocó vivir.
Käthe Kollwitz destacó en el arte de la pintura y el grabado plasmando en sus obras la cruda realidad de los barrios más humildes y de los aspectos más difíciles de la existencia como la muerte.
En sus Diarios, Käthe plasmó sus pensamientos más íntimos y reflejó su vida de manera sencilla. Sus palabras fluyen sinceras, en frases cortas, a veces inconexas unas de otras; otras veces reflexiona sobre su obra, su vida, su relación con Karl, su marido y la de este con sus hijos.
Karl siente un gran amor por los dos niños y, realmente como él dice, "podría morir por ellos", pero no sabe expresar ese amor. Por lo demás, sus sentimientos se enfriarán y se volverán cada vez más distantes conforme se vaya dando cuenta de la extrañeza que se da entre él y los niños.
Käthe sufrió como miles de personas, la muerte de un ser querido en la guerra. A medida que avanzan sus pensamientos, sobrecoge descubrir como ella misma parecía ser portadora de oscuras premoniciones. En agosto de 1914, cuando hacía pocas semanas que había empezado la Primera Guerra Mundial, Käthe escribió:
Preparo la habitación de arriba para alojar a soldados. [...] Esos días tuve poco que hacer. Aún no se había iniciado la acción de ayuda femenina. Largas y solitarias horas. [...] La sensación repentina como si me dijera: los chicos van a morir y yo me entretengo con tonterías.
El 22 de octubre de aquel mismo fatídico año, escribió: [Anotado con posterioridad] En esta noche muere Peter. La muerte de su hijo pequeño en el frente marcaría para siempre su vida y su obra. Es sobrecogedor como hasta el final del diario recuerda la muerte y el cumpleaños de su querido hijo perdido. Käthe comparte con su diario el proceso de duelo, la dignidad con la que afronta un dolor que debió ser insoportable.
Hoy he vuelto a soñar, como habitualmente soñaba a menudo, que Peter está muerto. [...] Sueños desoladores.
Käthe decidió realizar una obra escultórica que recordara a su hijo y a todos los jóvenes soldados caídos en una guerra cruel que segó la vida de miles de personas mientras intentó continuar con su labor como artista en los círculos académicos de Alemania.
Leer los diarios de otra persona, aunque sea un personaje público, no deja de ser una experiencia extraña. Entras en los recodos más escondidos del alma de alguien que no ha escrito aquellas palabras para ti. Leer los diarios de Käthe Kollwitz ha sido una experiencia conmovedora. Compartir sus miedos, sus sueños. Su dolor por un hijo perdido. Aprender de la dignidad con la que secó sus lágrimas y continuó luchando por su marido y por Hans, su otro hijo y no desfalleció para seguir regalando al mundo su personal visión de la vida.
He leído los Diarios de Käthe Kollwitz con un profundo respeto hacia esta mujer excepcional. Y me ha enseñado cosas tan hermosas como esta:
Fuerza, eso es concebir la vida tal y como es y pasar por ella de manera inquebrantable, sin quejarse y sin llorar mucho, y hacer el trabajo con vigor. [...] Arrancar de uno lo casual, lo malo, lo estúpido y fortalecer aquello que es de valor en nosotros.
Autora: Käthe Kollwitz
Género: Diarios
Editorial: Hermida Editores
ISBN: 9788494836596
Páginas: 173
En 1908, cuando la pintora y escultora alemana Käthe Kollwitz había superado los cuarenta y era una artista consolidada, empezó a escribir un diario en el que plasmó sus pensamientos, sus procesos creativos y los duros acontecimientos a los que estaba a punto de enfrentarse.
Por primera vez en España, Hermida Editores ha rescatado parte de los Diarios que Käthe Kollwitz escribió entre 1908 y 1943, dos años antes de su muerte. Coincido plenamente con las palabras de J. Rafael Hernández que prologa esta preciosa edición:
No dudamos en calificar como testimonio valiosísimo, tanto de su vida interior como del ambiente artístico de su época, sin obviar tampoco las impresiones que nos transmiten de los acontecimientos políticos y sociales que le tocó vivir.
Käthe Kollwitz destacó en el arte de la pintura y el grabado plasmando en sus obras la cruda realidad de los barrios más humildes y de los aspectos más difíciles de la existencia como la muerte.
En sus Diarios, Käthe plasmó sus pensamientos más íntimos y reflejó su vida de manera sencilla. Sus palabras fluyen sinceras, en frases cortas, a veces inconexas unas de otras; otras veces reflexiona sobre su obra, su vida, su relación con Karl, su marido y la de este con sus hijos.
Karl siente un gran amor por los dos niños y, realmente como él dice, "podría morir por ellos", pero no sabe expresar ese amor. Por lo demás, sus sentimientos se enfriarán y se volverán cada vez más distantes conforme se vaya dando cuenta de la extrañeza que se da entre él y los niños.
Käthe sufrió como miles de personas, la muerte de un ser querido en la guerra. A medida que avanzan sus pensamientos, sobrecoge descubrir como ella misma parecía ser portadora de oscuras premoniciones. En agosto de 1914, cuando hacía pocas semanas que había empezado la Primera Guerra Mundial, Käthe escribió:
Preparo la habitación de arriba para alojar a soldados. [...] Esos días tuve poco que hacer. Aún no se había iniciado la acción de ayuda femenina. Largas y solitarias horas. [...] La sensación repentina como si me dijera: los chicos van a morir y yo me entretengo con tonterías.
El 22 de octubre de aquel mismo fatídico año, escribió: [Anotado con posterioridad] En esta noche muere Peter. La muerte de su hijo pequeño en el frente marcaría para siempre su vida y su obra. Es sobrecogedor como hasta el final del diario recuerda la muerte y el cumpleaños de su querido hijo perdido. Käthe comparte con su diario el proceso de duelo, la dignidad con la que afronta un dolor que debió ser insoportable.
Hoy he vuelto a soñar, como habitualmente soñaba a menudo, que Peter está muerto. [...] Sueños desoladores.
Käthe decidió realizar una obra escultórica que recordara a su hijo y a todos los jóvenes soldados caídos en una guerra cruel que segó la vida de miles de personas mientras intentó continuar con su labor como artista en los círculos académicos de Alemania.
Leer los diarios de otra persona, aunque sea un personaje público, no deja de ser una experiencia extraña. Entras en los recodos más escondidos del alma de alguien que no ha escrito aquellas palabras para ti. Leer los diarios de Käthe Kollwitz ha sido una experiencia conmovedora. Compartir sus miedos, sus sueños. Su dolor por un hijo perdido. Aprender de la dignidad con la que secó sus lágrimas y continuó luchando por su marido y por Hans, su otro hijo y no desfalleció para seguir regalando al mundo su personal visión de la vida.
He leído los Diarios de Käthe Kollwitz con un profundo respeto hacia esta mujer excepcional. Y me ha enseñado cosas tan hermosas como esta:
Fuerza, eso es concebir la vida tal y como es y pasar por ella de manera inquebrantable, sin quejarse y sin llorar mucho, y hacer el trabajo con vigor. [...] Arrancar de uno lo casual, lo malo, lo estúpido y fortalecer aquello que es de valor en nosotros.
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