Por el placer de hacerlo | Amelia Earhart
Título:Por el placer de hacerlo
Subtítulo: Notas sobre mis vuelos y las mujeres en la aviación
Autora: Amelia Earhart
Género: Ensayo
Editorial: Macadán
ISBN: 9788494129780
Nº de páginas: 224
Precio: 19,90 €
Cuando Amelia Earhart desapareció en el Pacífico Sur en el verano de 1937 el mundo contuvo la respiración. Terminaba así la vida de una mujer que un día vio volar un avión en Canadá y supo que su existencia estaría en el cielo. Niña soñadora, joven luchadora, mujer con gran determinación, la biografía de Amelia Earhart es la historia de una constante superación. Descubrirla de su propia pluma ha sido, sin duda, una maravilla.
Por el placer de hacerlo. Notas sobre mis vuelos y las mujeres de la aviación es uno de los tres libros que escribió Amelia Earhart a lo largo de su vida como aviadora. Antes, en 1928, había escrito 20 horas, 40 minutos, un libro en el que recogió la experiencia de su primer vuelo transatlántico; en 1937, Último vuelo, Amelia anotó las diferentes etapas de la que iba a ser su vuelta al mundo y que su marido publicó poco después de su muerte.
Por el placer de hacerlo es la historia de Amelia y sus inicios en el mundo de la aviación. En sus páginas recuerda el momento en el que descubrió la que se convertiría en su gran pasión:
Creo que fue durante el invierno de 1918 cuando comencé a interesarme por los aviones. A pesar de que ya había visto uno o dos aeroplanos en la feria del condado, ahora tenía un montón cerca de mí cada día, ya que los oficiales realizaban su instrucción en distintos aeródromos de la ciudad.
Antes de soñar con pilotar uno de aquellos artilugios, Amelia, junto con su hermana Muriel, fueron dos niñas un poco diferentes a lo que se esperaba que fueran las mujeres a principios del siglo XX. Les gustaba jugar al aire libre, practicar deportes reservados sólo a los chicos, vestir cómodamente.
Los tacones (inevitables a partir de cierta edad) y las faldas limitaban mucho la libertad de movimientos de la mujer. Además, nuestras prendas de vestir son más delicadas que las de los hombres y se vive en el temor de poder estropearlas.
En Por el placer de hacerlo descubrimos a una Amelia apasionada por volar pero con los pies en el suelo. Una mujer serena, sensata, que vivió los distintos pasos de su existencia con gran entusiasmo pero sin perder nunca el rumbo. Cuando realizó el primer vuelo transoceánico como pasajera junto a otros dos aviadores, esta fue su respuesta al revuelo que causó su presencia en la travesía:
Fue para mí sorprendente la desproporcionada atención mediática que se le concedió a la mujer miembro de la tripulación en relación a los hombres, auténticos responsables de la hazaña. El mérito es de ellos dos [...]. Así lo he defendido cada vez que he tenido la oportunidad.
Esto no significa que Amelia no fuera una defensora de los derechos de las mujeres en un mundo como el de la aviación, reservado a los hombres. Al contrario, en este libro critica la injusta y estricta vara de medir que se usaba constantemente con las mujeres que querían dedicarse a algo que la sociedad no aconsejaba para ellas. En concreto, ponía sobre la mesa cómo eran constantemente criticadas al mínimo error que cometían:
Quiero aclarar que a menudo las mujeres son penalizadas públicamente al mínimo contratiempo. Cualquier atención desproporcionada que reciben cuando rompen alguna marca, se ve ensombrecida por los titulares sensacionalistas que les dedican cuando hay algún percance. Probablemente la consecuencia más lamentable es que tal énfasis a veces afecta de manera directa a la posibilidad de encontrar trabajo en el sector aeronáutico. Un fabricante de aviones me dijo una vez que no podía arriesgarse a contratar mujeres piloto debido a la forma en que la prensa resaltaba sus accidentes, incluso los más pequeños.
Amelia Earhart dedicó en su libro Por el placer de hacerlo muchas páginas a explicarnos cuál era la situación de las mujeres en el sector aeronáutico en los años veinte y treinta del siglo XX. Además de exponer la falta de formación, las dificultades con las que se encontraban nombra un sinfín de subsectores aeronáuticos en los que las mujeres se iban haciendo un hueco y hace su particular homenaje a muchas piloto con nombre y apellido como Jean La Rene, Viola Gentry o Mary C. Alexander.
También encuentran inconvenientes menores en la construcción de los aviones. Elementos como pedales, levas y pulsadores, se diseñan y se ubican pensando en las manos y los pies de los hombres. Para las mujeres más menudas suele resultar incómodo, cunado no difícil, su manejo. [...] Probablemente el elemento de disuasión más fuerte siga siendo la tradición.
Leer Por el placer de hacerlo ha sido una experiencia preciosa. He conocido a una Amelia Earhart muy cercana que nos habla de sus pensamientos, sus ideas, sus sueños, mientras nos acerca el mundo de la aviación desde una visión femenina.
Os recomiendo encarecidamente la lectura de este libro.
Subtítulo: Notas sobre mis vuelos y las mujeres en la aviación
Autora: Amelia Earhart
Género: Ensayo
Editorial: Macadán
ISBN: 9788494129780
Nº de páginas: 224
Precio: 19,90 €
Cuando Amelia Earhart desapareció en el Pacífico Sur en el verano de 1937 el mundo contuvo la respiración. Terminaba así la vida de una mujer que un día vio volar un avión en Canadá y supo que su existencia estaría en el cielo. Niña soñadora, joven luchadora, mujer con gran determinación, la biografía de Amelia Earhart es la historia de una constante superación. Descubrirla de su propia pluma ha sido, sin duda, una maravilla.
Por el placer de hacerlo. Notas sobre mis vuelos y las mujeres de la aviación es uno de los tres libros que escribió Amelia Earhart a lo largo de su vida como aviadora. Antes, en 1928, había escrito 20 horas, 40 minutos, un libro en el que recogió la experiencia de su primer vuelo transatlántico; en 1937, Último vuelo, Amelia anotó las diferentes etapas de la que iba a ser su vuelta al mundo y que su marido publicó poco después de su muerte.
Por el placer de hacerlo es la historia de Amelia y sus inicios en el mundo de la aviación. En sus páginas recuerda el momento en el que descubrió la que se convertiría en su gran pasión:
Creo que fue durante el invierno de 1918 cuando comencé a interesarme por los aviones. A pesar de que ya había visto uno o dos aeroplanos en la feria del condado, ahora tenía un montón cerca de mí cada día, ya que los oficiales realizaban su instrucción en distintos aeródromos de la ciudad.
Antes de soñar con pilotar uno de aquellos artilugios, Amelia, junto con su hermana Muriel, fueron dos niñas un poco diferentes a lo que se esperaba que fueran las mujeres a principios del siglo XX. Les gustaba jugar al aire libre, practicar deportes reservados sólo a los chicos, vestir cómodamente.
Los tacones (inevitables a partir de cierta edad) y las faldas limitaban mucho la libertad de movimientos de la mujer. Además, nuestras prendas de vestir son más delicadas que las de los hombres y se vive en el temor de poder estropearlas.
En Por el placer de hacerlo descubrimos a una Amelia apasionada por volar pero con los pies en el suelo. Una mujer serena, sensata, que vivió los distintos pasos de su existencia con gran entusiasmo pero sin perder nunca el rumbo. Cuando realizó el primer vuelo transoceánico como pasajera junto a otros dos aviadores, esta fue su respuesta al revuelo que causó su presencia en la travesía:
Fue para mí sorprendente la desproporcionada atención mediática que se le concedió a la mujer miembro de la tripulación en relación a los hombres, auténticos responsables de la hazaña. El mérito es de ellos dos [...]. Así lo he defendido cada vez que he tenido la oportunidad.
Esto no significa que Amelia no fuera una defensora de los derechos de las mujeres en un mundo como el de la aviación, reservado a los hombres. Al contrario, en este libro critica la injusta y estricta vara de medir que se usaba constantemente con las mujeres que querían dedicarse a algo que la sociedad no aconsejaba para ellas. En concreto, ponía sobre la mesa cómo eran constantemente criticadas al mínimo error que cometían:
Quiero aclarar que a menudo las mujeres son penalizadas públicamente al mínimo contratiempo. Cualquier atención desproporcionada que reciben cuando rompen alguna marca, se ve ensombrecida por los titulares sensacionalistas que les dedican cuando hay algún percance. Probablemente la consecuencia más lamentable es que tal énfasis a veces afecta de manera directa a la posibilidad de encontrar trabajo en el sector aeronáutico. Un fabricante de aviones me dijo una vez que no podía arriesgarse a contratar mujeres piloto debido a la forma en que la prensa resaltaba sus accidentes, incluso los más pequeños.
Amelia Earhart dedicó en su libro Por el placer de hacerlo muchas páginas a explicarnos cuál era la situación de las mujeres en el sector aeronáutico en los años veinte y treinta del siglo XX. Además de exponer la falta de formación, las dificultades con las que se encontraban nombra un sinfín de subsectores aeronáuticos en los que las mujeres se iban haciendo un hueco y hace su particular homenaje a muchas piloto con nombre y apellido como Jean La Rene, Viola Gentry o Mary C. Alexander.
También encuentran inconvenientes menores en la construcción de los aviones. Elementos como pedales, levas y pulsadores, se diseñan y se ubican pensando en las manos y los pies de los hombres. Para las mujeres más menudas suele resultar incómodo, cunado no difícil, su manejo. [...] Probablemente el elemento de disuasión más fuerte siga siendo la tradición.
Leer Por el placer de hacerlo ha sido una experiencia preciosa. He conocido a una Amelia Earhart muy cercana que nos habla de sus pensamientos, sus ideas, sus sueños, mientras nos acerca el mundo de la aviación desde una visión femenina.
Os recomiendo encarecidamente la lectura de este libro.
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