Cinco días que estremecieron al mundo | Nicholas Best
Título: Cinco días que estremecieron al mundo
Subtítulo: Testigos presenciales del final de la Segunda Guerra Mundial
Autor: Nicholas Best
Género: Ensayo
Editorial: Pasado & Presente
ISBN: 9788494212949
Nº de páginas: 362 págs.
Precio: 27 €
El 2 de mayo de 1945, tras una cruenta batalla, el ejército ruso se hacía con el dominio de Berlín, capital del Tercer Reich. En aquella misma ciudad, dos días antes, Hitler y su esposa Eva Braun acaban con su vida en el búnker de la Cancillería. Hasta ellos había llegado la noticia de la ejecución de Mussolini, el 28 de abril. Aquellos fueron cinco días intensos que cambiaron para siempre el rumbo de la historia terminando con una de las guerras más terribles de la historia de la humanidad.
Cinco días que estremecieron al mundo es un libro excepcional, trepidante, que te atrapa desde la primera hasta la última página. El autor recoge los principales acontecimientos de aquellos cinco días, del 28 de abril hasta el 2 de mayo de 1945, y los entrelazada con las vidas de hombres y mujeres que vivieron en primera persona algunos de ellos pero que no suelen aparecen en los libros dedicados a la Segunda Guerra Mundial.
El relato de Cinco días que estremecieron al mundo arranca con la ejecución de Mussolini y su amante, Clara Petacci mientras su esposa, Rachele Mussolini y sus hijos, huyen para salvar sus vidas. En el mismo momento, en el búnker de la Cancillería en Berlín, Hitler intentaba encontrar una solución a lo que ya era inevitable. Fuera, en las calles, hombres y mujeres resistían como podían mientras el ejército ruso avanzaba sin remisión. En aquel caos en el que se había convertido Berlín, Helmut Altner, quien tras la guerra escribiría sobre ella y se convertiría en periodista, luchaba hasta la extenuación mientras una actriz, Hildegard Knef y su amante, el productor de cine Ewald von Demandowsky, iniciaban una carrera contrarreloj para salvar sus vidas.
La población civil de muchas ciudades de Europa sufrió hambre y grandes penurias. Tal fue el caso de una joven italiana que soñaban con ser actriz mientras cuidaba de sus hijos y luchaban por sobrevivir a una guerra infame. Romilda Villani había adaptado el piso superior de su humilde hogar en el puerto de Pozzuoli , cerca de Nápoles, para dar cobijo a los soldados estadounidenses, ofreciéndoles una casa italiana en la que descansar unas pocas horas al día, un lugar para cantar alrededor del piano y olvidarse de la guerra durante un rato.
La hija de Romilda tenía entonces cinco años pero con el tiempo terminaría convirtiéndose en la gran Sofía Loren. En aquel momento, la niña resultó herida en uno de los bombardeos aéreos y fueron los soldados norteamericanos quienes curarían sus heridas. Otra futura actriz, Audrey Hepburn, fue también una víctima de la guerra, sufriendo hambre y grandes penurias, unos años que se gravarían a fuego en su memoria: Aún me pongo enferma al recordar esas escenas. Era la más absoluta miseria humana.
De vuelta en el búnker de Hitler, el autor nos relata minuto a minuto los últimos momentos de un final anunciado en el que los trabajadores de la Cancillería observaban inquietos los cansados movimientos que el Führer realizaba antes de tomar su última decisión. Entre ellos me ha impresionado mucho la historia de Traudl Junge, quien fuera una de sus secretarias personales. Traudl permaneció hasta poco después del suicidio de Hitler dentro del búnker y fue testigo de excepción de aquellos momentos históricos:
Hablo con ellos [los hijos de Goebbels] para distraerlos. [...] De pronto se oye un disparo, tan fuerte, tan cercano, que todos nos callamos. El eco sigue resonando por todas las habitaciones. "¡Ha sido un tiro a bocajarro!", ha gritado Helmut, sin saber hasta qué punto estaba en lo cierto. El Führer ya ha muerto.
Mientras el poeta Ezra Pound observaba desde la lejanía la muerte de Mussolini, se preguntaba cómo iba a salvar su propia vida: Como ciudadano de los Estados Unidos y partidario durante mucho tiempo del fascismo, se sentía aterrorizado por lo oque el futuro pudiera depararle. Otro gran escritor y futuro Premio Nobel de Literatura, Günter Grass, había sido reclutado por las SS siendo un joven de dieciséis años y acabó siendo arrestado por los estadounidenses.
Dos de los últimos hombres que se han sentado en la silla de Pedro como pontífices católicos fueron también testigos presenciales de la guerra. Mientras que Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) desertó de la Wehrmacht, Karol Wojtyla (Juan Pablo II) pasó la mayor parte de la guerra trabajando en una cantera y ayudó a muchos hombres, entre ellos judíos, a huir de la Alemania nazi mientras se preguntaba por qué el Vaticano no hacía nada por detener aquella gigantesca injusticia:
Wojtyla se preguntaba qué clase de Papa había en Roma, que se cruzaba de brazos y no hacía nada mientras los judíos sufrían por toda Europa. Aquello no era lo que él entendía por caridad cristiana.
Lejos del conflicto, en San Francisco, se debatía sobre la necesidad de establecer un nuevo orden mundial. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, Orson Welles cubrió la conferencia. En una de las sesiones se proyectó un documental en el que se mostraban las atrocidades de una guerra que eran tan aberrantes que muchos miraban aquellas imágenes infernales con gran escepticismo. Orson Welles lo definió como "La ingeniosa maquinaria para el arte del dolor".
Cinco días que estremecieron al mundo recoge otros hechos como la toma de algunos de los campos de concentración más sanguinarios, entre ellos Dachau o Ravensbrück, donde una supuesta sobrina de Churchill llamada Odette Sansom, salvó su vida afirmando que era familiar del primer ministro británico. Las operaciones de los aliados para enviar alimentos por aire a los civiles que aún sobrevivían en las calles de una Europa que moría de inanición o los distintos caminos que siguieron los herederos de Hitler completan un libro excepcional.
Nicholas Best, autor de Cinco días que estremecieron al mundo es un historiador británico especializado en temas militares. Colaborador habitual de la BBC, el Daily Telegraph, Financial Times, Observer o Times Literary Supplement.
Con el testimonio de muchos nombres que décadas después del conflicto se convirtieron en importantes políticos, actores o escritores, el libro nos da un enfoque distinto de la Segunda Guerra Mundial. Bod Dole, Lee Miller, Henry Kissinger, Kurt Vonnegut, Willy Brand, Aleksandr Solzhenitsyn, son algunos de los nombres propios que avanzan por un libro en el que descubrimos también la reacción de Paula Hitler tras conocer la muerte de su hermano y las dificultades de Leni Riefenstahl por continuar con su carrera cinematográfica con un pasado afín al nazismo a sus espaldas.
Sólo me queda decir que os recomiendo encarecidamente la lectura de este magnífico libro.
Subtítulo: Testigos presenciales del final de la Segunda Guerra Mundial
Autor: Nicholas Best
Género: Ensayo
Editorial: Pasado & Presente
ISBN: 9788494212949
Nº de páginas: 362 págs.
Precio: 27 €
El 2 de mayo de 1945, tras una cruenta batalla, el ejército ruso se hacía con el dominio de Berlín, capital del Tercer Reich. En aquella misma ciudad, dos días antes, Hitler y su esposa Eva Braun acaban con su vida en el búnker de la Cancillería. Hasta ellos había llegado la noticia de la ejecución de Mussolini, el 28 de abril. Aquellos fueron cinco días intensos que cambiaron para siempre el rumbo de la historia terminando con una de las guerras más terribles de la historia de la humanidad.
Cinco días que estremecieron al mundo es un libro excepcional, trepidante, que te atrapa desde la primera hasta la última página. El autor recoge los principales acontecimientos de aquellos cinco días, del 28 de abril hasta el 2 de mayo de 1945, y los entrelazada con las vidas de hombres y mujeres que vivieron en primera persona algunos de ellos pero que no suelen aparecen en los libros dedicados a la Segunda Guerra Mundial.
El relato de Cinco días que estremecieron al mundo arranca con la ejecución de Mussolini y su amante, Clara Petacci mientras su esposa, Rachele Mussolini y sus hijos, huyen para salvar sus vidas. En el mismo momento, en el búnker de la Cancillería en Berlín, Hitler intentaba encontrar una solución a lo que ya era inevitable. Fuera, en las calles, hombres y mujeres resistían como podían mientras el ejército ruso avanzaba sin remisión. En aquel caos en el que se había convertido Berlín, Helmut Altner, quien tras la guerra escribiría sobre ella y se convertiría en periodista, luchaba hasta la extenuación mientras una actriz, Hildegard Knef y su amante, el productor de cine Ewald von Demandowsky, iniciaban una carrera contrarreloj para salvar sus vidas.
La población civil de muchas ciudades de Europa sufrió hambre y grandes penurias. Tal fue el caso de una joven italiana que soñaban con ser actriz mientras cuidaba de sus hijos y luchaban por sobrevivir a una guerra infame. Romilda Villani había adaptado el piso superior de su humilde hogar en el puerto de Pozzuoli , cerca de Nápoles, para dar cobijo a los soldados estadounidenses, ofreciéndoles una casa italiana en la que descansar unas pocas horas al día, un lugar para cantar alrededor del piano y olvidarse de la guerra durante un rato.
Sofía Loren con su hermana Maria Scicolone y su madre Romilda Villani |
La hija de Romilda tenía entonces cinco años pero con el tiempo terminaría convirtiéndose en la gran Sofía Loren. En aquel momento, la niña resultó herida en uno de los bombardeos aéreos y fueron los soldados norteamericanos quienes curarían sus heridas. Otra futura actriz, Audrey Hepburn, fue también una víctima de la guerra, sufriendo hambre y grandes penurias, unos años que se gravarían a fuego en su memoria: Aún me pongo enferma al recordar esas escenas. Era la más absoluta miseria humana.
Traudl Junge |
De vuelta en el búnker de Hitler, el autor nos relata minuto a minuto los últimos momentos de un final anunciado en el que los trabajadores de la Cancillería observaban inquietos los cansados movimientos que el Führer realizaba antes de tomar su última decisión. Entre ellos me ha impresionado mucho la historia de Traudl Junge, quien fuera una de sus secretarias personales. Traudl permaneció hasta poco después del suicidio de Hitler dentro del búnker y fue testigo de excepción de aquellos momentos históricos:
Hablo con ellos [los hijos de Goebbels] para distraerlos. [...] De pronto se oye un disparo, tan fuerte, tan cercano, que todos nos callamos. El eco sigue resonando por todas las habitaciones. "¡Ha sido un tiro a bocajarro!", ha gritado Helmut, sin saber hasta qué punto estaba en lo cierto. El Führer ya ha muerto.
Mientras el poeta Ezra Pound observaba desde la lejanía la muerte de Mussolini, se preguntaba cómo iba a salvar su propia vida: Como ciudadano de los Estados Unidos y partidario durante mucho tiempo del fascismo, se sentía aterrorizado por lo oque el futuro pudiera depararle. Otro gran escritor y futuro Premio Nobel de Literatura, Günter Grass, había sido reclutado por las SS siendo un joven de dieciséis años y acabó siendo arrestado por los estadounidenses.
Dos de los últimos hombres que se han sentado en la silla de Pedro como pontífices católicos fueron también testigos presenciales de la guerra. Mientras que Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) desertó de la Wehrmacht, Karol Wojtyla (Juan Pablo II) pasó la mayor parte de la guerra trabajando en una cantera y ayudó a muchos hombres, entre ellos judíos, a huir de la Alemania nazi mientras se preguntaba por qué el Vaticano no hacía nada por detener aquella gigantesca injusticia:
Wojtyla se preguntaba qué clase de Papa había en Roma, que se cruzaba de brazos y no hacía nada mientras los judíos sufrían por toda Europa. Aquello no era lo que él entendía por caridad cristiana.
Karol Wojtyla |
Lejos del conflicto, en San Francisco, se debatía sobre la necesidad de establecer un nuevo orden mundial. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional, Orson Welles cubrió la conferencia. En una de las sesiones se proyectó un documental en el que se mostraban las atrocidades de una guerra que eran tan aberrantes que muchos miraban aquellas imágenes infernales con gran escepticismo. Orson Welles lo definió como "La ingeniosa maquinaria para el arte del dolor".
Cinco días que estremecieron al mundo recoge otros hechos como la toma de algunos de los campos de concentración más sanguinarios, entre ellos Dachau o Ravensbrück, donde una supuesta sobrina de Churchill llamada Odette Sansom, salvó su vida afirmando que era familiar del primer ministro británico. Las operaciones de los aliados para enviar alimentos por aire a los civiles que aún sobrevivían en las calles de una Europa que moría de inanición o los distintos caminos que siguieron los herederos de Hitler completan un libro excepcional.
Nicholas Best, autor de Cinco días que estremecieron al mundo es un historiador británico especializado en temas militares. Colaborador habitual de la BBC, el Daily Telegraph, Financial Times, Observer o Times Literary Supplement.
Conferencia de San Francisco |
Con el testimonio de muchos nombres que décadas después del conflicto se convirtieron en importantes políticos, actores o escritores, el libro nos da un enfoque distinto de la Segunda Guerra Mundial. Bod Dole, Lee Miller, Henry Kissinger, Kurt Vonnegut, Willy Brand, Aleksandr Solzhenitsyn, son algunos de los nombres propios que avanzan por un libro en el que descubrimos también la reacción de Paula Hitler tras conocer la muerte de su hermano y las dificultades de Leni Riefenstahl por continuar con su carrera cinematográfica con un pasado afín al nazismo a sus espaldas.
Sólo me queda decir que os recomiendo encarecidamente la lectura de este magnífico libro.
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