Las cinco mujeres | Hallie Rubenhold

 

Evocar el nombre de Jack el Destripador provoca que se nos erice el bello. Un nombre atado al sinsentido y la violencia gratuita que desplegó por las oscuras e insalubres calles del Londres más humilde. El nombre del asesino en serie más famoso de la historia es conocido por todos pero ¿qué hay de sus víctimas? De ellas no solo no sabemos cuál fue su verdadera identidad sino que pasaron a la historia después de haber aplicado el filtro de la misoginia y los estereotipos. Las víctimas de Jack el Destripador no fueron las prostitutas degeneradas que presentó la prensa de su tiempo y nadie contrastó. Hasta ahora. 

Hallie Rubenhold hace un brillante estudio de investigación para ofrecernos la verdadera historia de las cinco víctimas del asesino londinense. Las cinco mujeres. Las vidas olvidadas de las víctimas de Jack el Destripador es un viaje al Londres victoriano más oscuro, alejado de la pompa y el lujo de los palacios. En aquellos barrios hacinados, paraíso para las plagas donde la insalubridad y la falta de espacio e intimidad eran el pan nuestro de cada día, vivieron unas mujeres cuyas vidas no habrían sido relevantes sino hubieran sido protagonistas en la muerte. Unas muertes brutales, marca de la casa de Jack, que no fueron más que la culminación a unas dramáticas existencias. 

Jack el Destripador mataba prostitutas, o eso se ha creído siempre, pero no hay una base sólida para asegurar que tres de sus cinco víctimas ejercieran la prostitución. En absoluto. [...] No hay ni hubo nunca pruebas de tal cosa. 

Las cinco víctimas fueron una fotografía en un periódico con un pie de foto simplista. Nada más, pero detrás de las morbosas imágenes de sus cuerpos mutilados se escondían mujeres con nombre y con pasado. Esas mujeres se llamaban Polly, Annie, Elizabeth, Kate y Mary Jane. Y tenían su propia historia. 

Wikimedia Commons

Polly, la hija de un herrero de Fleet Street pudo tener una vida humilde relativamente buena. Pero cuando abandonó a un marido que la engañaba y no la quería y dejó atrás a sus propios hijos, desembocó en una espiral de autodestrucción que la llevaría a vivir en un asilo primero y a deambular por las calles después. Una decisión que no debió de ser fácil y que nadie entendió, ni quiso entender, en aquella sociedad en la que las mujeres separadas sufrían el rechazo y la incomprensión de todos. 

Annie tampoco tuvo una vida fácil. Casada con un cochero, madre de varios hijos, el alcoholismo en el que se volcó para evadirse de una existencia anodina fue su principal enemigo. "A menudo - recuerda Rubenhold - la soledad empujaba a beber, especialmente, como señala un periodista, en el caso de 'jóvenes esposas cuyos maridos están fuera todo el día'". 

Verse sin techo en el Londres victoriano era una experiencia penosa, pero para mujeres como Polly, desamparadas, la pesadilla se redoblaba, pues solían ser víctimas de violencia sexual. 

El futuro de Elizabeth se presentaba halagüeño. Nacida en una familia próspera de granjeros, se marchó a Gotemburgo ayudada por su propia hermana para trabajar como doncella. Una misteriosa relación con un hombre con el que empezó una convivencia al margen de las normas del decoro su vida dio un dramático giro. La sífilis no solo mermó su cuerpo, también su alma y su destino que la llevaría a ejercer la prostitución. 

Annie Chapman y su marido. Wikimedia Commons

La hojalata era el modo de ganarse la vida de George para poder mantener a su amplia familia. Una de sus hijas, Kate, pudo ir a la escuela pero a los catorce años, la pérdida del trabajo de su padre la obligó a arrimar el hombro y ganar un salario. La muerte de sus padres terminaron de complicar las cosas de una niña obligada a entrar en el mundo de los adultos de la noche a la mañana. Un mundo que la devoraría. 

Kate sabía cómo dormir bajo las estrellas, cómo encontrar un modo menos dolorosa de apoyar la cabeza contra la pared dura, cómo ignorar la mugre que se acumulaba en su falda o el hilillo de agua sucia que corría bajo sus pies. 

La última de la tétrica lista de víctimas de Jack el Destripador, Mary Jane, mostró al mundo una identidad que no era del todo real hasta que llegó a Londres donde terminó convirtiéndose en prostituta. 

Cinco vidas dramáticas, con la miseria, la pérdida y la desesperación como principales protagonistas. Vidas ocultas tras el menosprecio de un mundo que prefirió ahondar en el macabro resultado de una mente enferma antes que descubrir quiénes eran aquellas pobres almas. 

Hallie Rubenhold en este libro conmovedor consigue el que es su principal objetivo: "Mi intención al escribir este libro no es descubrir quién fue el asesino. Más bien pretendo recordar las huellas de esas cinco mujeres, tener en cuenta sus experiencias dentro del contexto de la época y saber quiénes fueron. Se las ha solido despreciar, pero eran hijas que lloraron por sus madres; eran jóvenes que se enamoraron; mujeres que sufrieron partos y padecieron las muertes de sus padres; chicas que rieron y celebraron la Navidad".

Las informaciones de los periódicos sobre los últimos momentos de Polly Nichols y Annie Chapman están llenas de contradicciones e inconsistencias. En el caso de Elizabeth Stride, sucede lo mismo. 

Las cinco mujeres. Las vidas olvidadas de las víctimas de Jack el Destripador aborda la historia del famoso asesino sin que sea él el protagonista. Pues mucho se ha hablado y discutido sobre su identidad y las razones que llevaron a cometer tales atrocidades, pero pocas veces se puso el foco en sus víctimas. Algo que ahora, la historiadora Hallie Rubenhold, hace en un magnífico libro fruto de la investigación exhaustiva y rigurosa de la documentación de la época, en un ejercicio de auténtica búsqueda policial objetiva y alejada de los prejuicios que simplificaron vergonzosamente la identidad de las víctimas. 

 Ficha técnica 

TítuloLas cinco mujeres
Subtítulo: Las vidas olvidadas de las víctimas de Jack el Destripador
Autora:  Hallie Rubenhold
Género: Ensayo histórica
Editorial: Roca Editorial
ISBN9788418014949
Páginas: 859
Precio: 21,90 €

Comentarios

  1. Hallie Rubenhold no propone que todas las víctimas canónicas no hubiersen ejercido el meretricio al tiempo de ser asesinadas en el año 1888 en el villorrio de Whitechapel, este de Londres, pero sí postula que tres de aquellas infortunadas féminas nunca fueron prostitutas, y también asegura, contradiciendo las pruebas forenses y testimonios registrados en encuestas judiciales, que su asesino las ultimó mientras dormìan en las calles.

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  2. La teorìa de Hallie Rubelford no tiene fundamento.Si víctimas de Jack the Ripper, como sucedió en el caso de Catherine Eddowes y de Elizabeth Stride, verdaderamente hubiesen sido eliminadas cuando yacían acostadas durmiendo, habría que descartar testimonios que parecerían irrefutables, pues quedó constancia de ellos en las encuestas judiciales y en artículos periodísticos que dieron cuenta de haberse observado a estas mujeres, mientras estaban -obviamente- despiertas, dialogando con diversas personas, o siendo agredidas, instantes previos a ocurrir sus decesos.

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